EFICACIA DEL CASTIGO

        En el anterior post hablábamos de educar en positivo a los hijos. Dentro de esta disciplina educativa, como se pudo leer, no tiene cabida el castigo puesto que existen otros recursos para poder cambiar la conducta de un niño y/o adolescente. En cualquier caso, si en alguna ocasión nos vemos tentados a usar esta alternativa, conviene conocer algunos requisitos para que la forma de ponerlo en práctica sea eficaz y obtengamos resultados.

        Pero antes de comenzar, ¿sabemos qué es el castigo? Es un procedimiento que nos permite disminuir la frecuencia de una conducta cuando la misma va seguida de la retirada de un reforzador positivo (por ejemplo, dejar a un/a adolescente sin jugar a la videoconsola por haber pegado a su hermano/a). Lo más recomendable es no utilizar continuamente el castigo, puesto que no sería productivo. Deberá alternarse con otras técnicas de modificación de conducta que ya hemos mencionado en el post anterior: el refuerzo positivo, por ejemplo.


CONDICIONES PARA QUE EL CASTIGO SEA EFECTIVO

        Con el castigo la conducta no deseada tiende a disminuir. Algo a tener en cuenta es no castigar con conductas que realmente queremos fomentar (por ejemplo, “te castigo con tener que leerte un libro”, si queremos que nuestro hijo/a adquiera la costumbre de leer, no es buena idea castigarle con esta acción puesto que lo asociará a un estímulo negativo y no conseguiremos el objetivo que deseamos. Por el contrario, con el refuerzo positivo la conducta deseada tiende a aumentar con el tiempo.

      A continuación, se muestran algunas recomendaciones para obtener resultados eficaces con el uso del castigo:




  • Se tiene que aplicar a una conducta concreta, claramente definida, que la persona castigada sepa perfectamente que la ha hecho y que está sometida a castigo. Castigos por considerar que no ha estudiado bastante o no se ha portado bien, habría que castigarlos de la siguiente forma: “No has hecho los deberes” o “te has pegado con tu hermano”. 
  • Como consecuencia de lo anterior, cuando se castiga hay que dejar muy claro que el castigo se dirige a la realización de una conducta, no a la persona. Hay que evitar descalificaciones personales como eres malo o tonto, etc. 
  • El castigo tiene que seguir lo más inmediatamente posible a la conducta castigada. Es un principio básico del aprendizaje. Son mucho menos efectivos los castigos diferidos, como no saldrás este fin de semana o no irás de vacaciones. Supongamos que el lunes un niño ha pegado a su hermano y se le castiga sin salir el fin de semana; y que el resto de la semana se ha portado normal con su hermano y ha traído unas notas excelentes. Si se le aplica el castigo impuesto, se dejará de potenciar su conducta de estudio y si no se le aplica el castigo quedará en una amenaza inútil, disminuyendo la eficacia de futuras amenazas. 
  • La persona que realiza una conducta busca unas consecuencias determinadas. Si se castiga dicha conducta, se tiene que dar una alternativa para conseguir de otra manera esas consecuencias. Es una forma de reforzar conductas positivas. Si no se da está posibilidad, se potencian conductas agresivas contra el que castiga. Por ejemplo, si se le ha castigado sin paga semanal por no estudiar, se le puede dar la alternativa de que la vaya ganando estudiando día a día. Así se refuerza el estudio que es lo que se quiere potenciar. Se aprovecha que el castigo potencia las conductas que pueden evitarlo. Otro ejemplo: “no te castigo sin que te vayas de vacaciones porque no has aprobado, sino que te tienes que ganar el ir de vacaciones estudiando y aprobando durante el curso”. 
  • El castigo solamente funciona cuando la persona es consciente de la posibilidad de ser castigado. Si el niño se lava los dientes por miedo a que su padre le castigue si no lo hace, cuando el padre no esté no se lavará los dientes. Esto implica que se intentará que quien castiga no se entere de lo que se ha hecho. Por tanto, cuando desaparece la posibilidad de ser castigado la conducta podrá volver a repetirse.



        Por último, si observamos que con el castigo utilizado durante un tiempo no obtenemos resultados, es conveniente que cambiemos de técnica de modificación de conducta.




Referencia de la imagen: El Blog del Club de Malasmadres



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